Uruguay, Maldonado
21 de noviembre de 2024

María Amelia Díaz de Guerra
(17 de julio de 1923 – 31 de agosto de 2020)
por Amparo Fernández Guerra

María Díaz de Guerra nació en Montevideo en 1923. De niña se mudó al departamento de Maldonado con su familia, donde vivió y trabajó por casi ocho décadas. Estudió Magisterio, profesión que ejerció en distintas escuelas del departamento. También estudió Historia en la entonces reciente Facultad de Humanidades y Ciencias.

Vivió en Aiguá, donde luego de unos años vendió la casa que había construido con sus ahorros para irse a estudiar a España. En 1950 obtuvo una beca por el Instituto de Estudios Hispánicos que cumplió en Madrid durante un año. Atravesó el océano en barco cruzando por primera vez el Ecuador y llegó a la dictadura franquista, al país que su padre había abandonado de niño. Usaba pollera por arriba de la rodilla y se pintaba los labios de rojo. Secaba la yerba al sol y fumaba tabaco. Así se les presentó a sus primas el incipiente feminismo latinoamericano: una mujer joven que viajaba sola, estudiaba, escribía, fumaba y tenía los labios rojos.

De nuevo en Uruguay ingresó por concurso a secundaria como profesora de Historia de enseñanza media, donde trabajó durante más de 20 años. A partir de la década del 60 se dedicó al estudio de la historia regional. Formó parte del seminario que dirigía Diógenes di Giorgi “Orígenes del socialismo en el Uruguay” en la Facultad de Humanidades y Ciencias.

Fundó y dirigió la revista de carácter departamental La ballena de papel, con un grupo formado por Pola Bonilla, José Enrique Bengochea, Carlos Tonelli, Alberto Willat; salió entre los años 1968 y 1972. Entre 1974 y 2005 publicó libros y artículos sobre la historia de Maldonado. Fue pionera en el estudio de la vida privada y de los grupos tradicionalmente desplazados de la historia regional, como los africanos y sus descendientes.

Desde 1984 formó parte del Instituto de Estudios Genealógicos del Uruguay y del Instituto Histórico y Geográfico de Soriano.
Trabajadora incansable por la descentralización, fue creadora, fundadora y presidenta honoraria del Centro de Documentación Departamental de Maldonado, para el cual trabajó desde la década del 80 hasta su renuncia en 2006. Integrante de la Generación del 45, publicó tres libros de poesía: Desde antes de la infancia y Poemas del Tiempo, ambos editados en la legendaria editorial Aquí Poesía, y Poesía, con prólogo de Idea Vilariño.

Acérrima militante de recuperar las distintas voces, de identificar y reconocer las historias personales, de la identidad como construcción histórica que necesita incorporarnos para ser narrados colectivamente, Díaz de Guerra ha impulsado la revisión sobre los estudios locales.

Al decir de Idea Vilariño, volver a conocer a Maruja, y esta vez, no olvidarla.

«El reclamo de ser para hoy 

ni un minuto más lejos

de los otrora idos. Apúntame un recuerdo

pues quiero verlo ahora tal como fue

siniestro, pensativo, profundo como un pozo

inagotable. Y querido. Fue todo para mí

entonces era así de genuino, tan poderoso

que ni el oro lo igualaba. Bastaba con vivirlo 

para saber la vida. El cielo y el infierno

el purgatorio.

No dejes que me vaya sin narrarlo.

— María Díaz de Guerra, inédito

María Díaz de Guerra nació en Montevideo en 1923. De niña se mudó al departamento de Maldonado con su familia, donde vivió y trabajó por casi ocho décadas. Estudió Magisterio, profesión que ejerció en distintas escuelas del departamento. También estudió Historia en la entonces reciente Facultad de Humanidades y Ciencias.

Vivió en Aiguá, donde luego de unos años vendió la casa que había construido con sus ahorros para irse a estudiar a España. En 1950 obtuvo una beca por el Instituto de Estudios Hispánicos que cumplió en Madrid durante un año. Atravesó el océano en barco cruzando por primera vez el Ecuador y llegó a la dictadura franquista, al país que su padre había abandonado de niño. Usaba pollera por arriba de la rodilla y se pintaba los labios de rojo. Secaba la yerba al sol y fumaba tabaco. Así se les presentó a sus primas el incipiente feminismo latinoamericano: una mujer joven que viajaba sola, estudiaba, escribía, fumaba y tenía los labios rojos.

De nuevo en Uruguay ingresó por concurso a secundaria como profesora de Historia de enseñanza media, donde trabajó durante más de 20 años. A partir de la década del 60 se dedicó al estudio de la historia regional. Formó parte del seminario que dirigía Diógenes di Giorgi “Orígenes del socialismo en el Uruguay” en la Facultad de Humanidades y Ciencias.

Fundó y dirigió la revista de carácter departamental La ballena de papel, con un grupo formado por Pola Bonilla, José Enrique Bengochea, Carlos Tonelli, Alberto Willat; salió entre los años 1968 y 1972. Entre 1974 y 2005 publicó libros y artículos sobre la historia de Maldonado. Fue pionera en el estudio de la vida privada y de los grupos tradicionalmente desplazados de la historia regional, como los africanos y sus descendientes.

Desde 1984 formó parte del Instituto de Estudios Genealógicos del Uruguay y del Instituto Histórico y Geográfico de Soriano.
Trabajadora incansable por la descentralización, fue creadora, fundadora y presidenta honoraria del Centro de Documentación Departamental de Maldonado, para el cual trabajó desde la década del 80 hasta su renuncia en 2006. Integrante de la Generación del 45, publicó tres libros de poesía: Desde antes de la infancia y Poemas del Tiempo, ambos editados en la legendaria editorial Aquí Poesía, y Poesía, con prólogo de Idea Vilariño.

Acérrima militante de recuperar las distintas voces, de identificar y reconocer las historias personales, de la identidad como construcción histórica que necesita incorporarnos para ser narrados colectivamente, Díaz de Guerra ha impulsado la revisión sobre los estudios locales.

Al decir de Idea Vilariño, volver a conocer a Maruja, y esta vez, no olvidarla.

«El reclamo de ser para hoy 

ni un minuto más lejos

de los otrora idos. Apúntame un recuerdo

pues quiero verlo ahora tal como fue

siniestro, pensativo, profundo como un pozo

inagotable. Y querido. Fue todo para mí

entonces era así de genuino, tan poderoso

que ni el oro lo igualaba. Bastaba con vivirlo 

para saber la vida. El cielo y el infierno

el purgatorio.

No dejes que me vaya sin narrarlo.

— María Díaz de Guerra, inédito

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